21
Ene

Las libreras del Mar

 

“Fue en un pueblo con mar una tarde después de un concierto, ellas reinaban detrás de la barra de la única librería que vimos abierta”.

Si no existiera esta letra de Sabina habría que inventarla. A Joaquín Sabina, por supuesto, y a su increíble canción Ojos de Gata con la que comenzamos este reportaje porque habemus pueblo, Benicàssim; habemus mar, el Mediterráneo; habemus conciertos, en plural, y una barra donde se sirven los mejores libros para clientes sedientos de aventuras, de historias, de dosis de ficción y de realidad. ¡Habemus Noviembre!

Así es como conocimos a Cèlia Puchol y Mónica Bernat, las dos ‘camareras’ que han convertido a Benicàssim en un destino de playa y libro. No, no es un error, sino una realidad que una librería como Noviembre ha hecho posible.  Fue un verano, andábamos perdidos por esas calles cuando descubrimos este espacio. No voy a caer en el error de elevarlo a santuario, cada uno que busque su sitio de peregrinaje, pero yo lo he encontrado y no falla. Reposo del viajero que cura males porque “una librería es…muchas cosas; verseando a Joan Margarit diríamos que si la libertad es una librería también una librería puede ser la libertad, si no tenemos en cuenta los horarios comerciales”, dicen en una misma voz.

Pero ni los horarios comerciales ni la contabilidad ni Hacienda pueden con ese espíritu que impregna Noviembre. Un espacio diferente donde no sólo se venden libros, en el más puro sentido comercial entendido éste como operación donde hay un truque por dinero. Estas libreras venden más, mucho más.  De alguna manera, se han convertido en protagonistas de un espacio cultural donde se contagia el amor por la literatura. Presentaciones, charlas, debates y sobre todo dos libreras dispuestas a darlo todo. Por un módico precio el cliente puede comprar un libro, curiosear y resolver dudas. En 2004 se abría la librería con el nombre de L’Ambit. Pero los cambios, las nuevas tendencias y una página web trabajada les hizo cambiar el nombre a Noviembre. “Le pusimos Noviembre por dos razones. La primera, porque es un mes que evoca recogimiento, reflexión, elementos importantes para leer. La segunda razón es un homenaje a la novela novienvre de Luis Rodríguez, pero sin la licencia que el autor de permite con la ortografía”.

Su trabajo ha tenido premio. El año pasado recibían del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte el Sello de Calidad, un distintivo que reconoce a las librerías de calidad como agentes culturales fundamentales para la propagación del hábito de lectura y el desarrollo de oferta editorial plural. Porque Cèlia y Mónica son plurales.

“Recuerdo una librería en Japón donde el librero sólo vende un único título que cambia de tanto en tanto. Me parece bastante aburrido, sin mucho interés. Como el lector de un solo libro, este tipo de librería no me parece de fiar. Lo interesante en una librería no es la cantidad de libros sino la diversidad editorial que podamos encontrar, esta característica es lo que le da riqueza”.

Libros y más libros

Bonito sobre el papel pero, y no es por llevar la contraria, Umberto Eco decía que “el mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee”. “Sí, comparto esta opinión. Basta pensar en los clásicos griegos. Da vértigo imaginar cómo muchos de estos textos fueron perseguidos, destruidos y leídos en condiciones de extrema peligrosidad y hoy en día son ignorados, o sustituidos por lo mediocre. Aunque también es cierto lo contrario. Gracias al trabajo de muchas editoriales nos están llegando libros magníficos, publicando autores nuevos o inéditos y recuperaciones necesarias. Y a las librerías nos corresponde hacer llegar estos libros a los posibles lectores”.

Y es lo que hace Noviembre desde su espacio en la calle Maestre J. Segarra. Aunque les gustaría ganar metros para esos libros que no caben. “El espacio, desgraciadamente, es finito”. Aunque infinitas las formas de aprovecharlo, como hacen ellas detrás de la barra.

Mónica y Cèlia reconocen que muchas veces es la práctica la que enseña el oficio. “En la gestión de una librería hay muchas tareas que aprendes caminando: seleccionar y gestionar el fondo editorial, exponerlo de forma atractiva, realizar la tarea de prescripción o consejo, ser un dinamizador cultural en la comunidad donde estamos, gestionar la web. Como el caminante, avanzamos y aprendemos con el movimiento”.

Abrieron la librería porque les gustaban los libros. “Puede parecer una respuesta vacua pero sin la pasión por ellos y la lectura no merecería la pena tanta dedicación”. Y se nota, tanto el día que la librería está llena, como en un día con poco movimiento “en el que una única persona, una joven, entra y después de ojear entre los estantes elige Nada de Laforet en edición de bolsillo. Te vas a casa contenta”.

Nuestras libreras definen a su lector favorito: El lector curioso, el paseante que se entretiene y ojea sin prisas, “porque es el lector al que podemos sorprender”.

Cuando después de ojear entre los estantes una joven elige Nada de Laforet en edición de bolsillo te vas a casa contenta

Dejémonos sorprender entonces con tres recomendaciones: Las viejas sendas de Robert Mcfarlane, “un recorrido físico y, diría, espiritual por caminos ancestrales terrestres y marítimos”; Inmersión, la novela de Lidia Chukovskaia, “magnífica su escritura concisa que narra lo que suponían las purgas soviéticas en el proceso creativo de los escritores” y las recuperaciones de las obras de Margaret Atwood El cuento de la criada y Alias Grace. “La autora tiene una capacidad de análisis muy profunda y fina de la realidad de las mujeres en la sociedad, a través de tramas muy bien hiladas”.

En un mundo digital, ¿hay sitio para Noviembre? “Pese a los adivinos y agoreros que ya daban por muerto el papel, a día de hoy conviven. Nunca he entendido por qué una tecnología tenía que sustituir o aniquilar a otra que ha demostrado ser eficaz. Pueden usarse las dos según para qué. Aunque es obvio que lo digital está influenciando sobre lo que se publica en papel y no siempre para mejorarlo. Nuestra librería huele a papel y tinta porque es lo que nos gusta, pero no desdeñamos la tecnología digital que facilita mucho nuestro trabajo”.

Sin intenciones lapidarias, decimos lo que se dice en la calle. Empezamos con las declaraciones de E. M. Forster: “Es un error creer que siempre van a existir los libros. La raza humana no los ha necesitado durante millares de años; puede decidir hacer otra vez lo mismo”.

“No estoy muy de acuerdo. Históricamente el modo de transmitir el conocimiento de todo tipo ha evolucionado y lo seguirá haciendo, y tal vez el formato libro cambiará. Pero no creo que el ser humano pueda prescindir de un soporte a través del cual pueda conversar con otros hombres y mujeres del pasado. Viendo la situación actual soy más propensa a pensar que nuestro planeta, que me temo no nos necesita, decida, después de aguantarnos muchos más millones de años, prescindir de nosotros”, reflexiona Mónica.

Woody Allen: “He hecho un curso de lectura veloz y he leído Guerra y paz en veinte minutos. Habla de Rusia”.

Ésta va para Cèlia. Y dijo Woody Allen: “He hecho un curso de lectura veloz y he leído Guerra y paz en veinte minutos. Habla de Rusia”.

“Me encanta el humor trágico y pesimista de Woody Allen. Sólo entiendo la lectura como un acto de transformación, conmoción, emoción. No podemos ser los mismos al empezar que al terminar una lectura. No pasa con todos los libros, por supuesto, pero sí con algunos. La lectura rápida vale para los informes, no para los libros, que necesitan lentitud, reflexión, introspección, asimilación, hacerlos nuestros”.

Y así se siente en Noviembre, donde todo es posible  y todos bienvenidos. Pero por pedir, “no estaría nada mal que Antonio Muñoz Molina nos hiciera una visita (se ríe), o Pedro Olalla, por su trabajo a cerca del mundo griego”. También les gustaría recibir en su librería a la chilena Lina Meruane,  “porque nos encantó su libro Volverse Palestina, os lo recomiedo”.

Buenos augurios

Entrar en Noviembre es pasar a otra dimensión. Sensaciones difíciles de explicar que sólo ellas hacen posible. A veces, muchas, se convierten en sueños. Y así se lo decimos, que soñar con librería es un buen augurio; que significa que vamos a conseguir llevar a cabo con éxito proyectos que teníamos abandonados hacía tiempo. También predice que vamos a sufrir cambios importantes y positivos en nuestra vida profesional que nos llevaran justamente hacia la posición en la que queremos encontrarnos.

Y sale ahí la vena empresarial, la que les mantiene en vela haciendo cuentas, colocando escaparates, mirando IVA e IBI. “Es la primera vez que leo algo así ¿Es una broma?” No, no lo es. Palabra de periodista y lectora ávida de libros. Y de libreros, de los buenos, de los de raza. Y en Noviembre nada es impostado

Y finaliza la canción de Sabina, con un “adiós, ojalá que volvamos a vernos” y el azar le lleva de nuevo al protagonista a ese pueblo otra vez el verano siguiente pero, “no había nadie detrás de la barra del otro verano y en lugar de tu bar me encontré una sucursal del Banco Hispanoamericano”.

No es el caso. El otoño dura lo que tarda en llegar el invierno y en verano no será el azar, sino las ganas de leer las que nos lleven a esta barra de este bar donde estarán sus camareras dispuestas a vender sueños.  ¿Habemus Noviembre forever?

“No somos muy hábiles en las artes adivinatorias. Como el funambulista, estamos instaladas en el equilibrio inestable. Los lectores dirán”. Y los lectores decimos. Estamos seguros de que en la calle Maestre J. Segarra no habrá ninguna sucursal del Banco Hispanoamericano (ni del Santander).