En Verona no hay una sola plaza ni un museo ni un restaurante ni un hotel que no recuerde al visitante que está en la ciudad del amor. Especialmente durante el festival Verona in Love que está a punto de comenzar y que, por diferencias políticas entre las instituciones implicadas, esta edición sufrirá recortes en su programación. Durante todo el año, son muchos los viajeros que acuden a Verona, situada a medio camino entre Milán y Venecia, tocados por las flechas de Cupido, pero es ahora, entrado febrero, cuando la ciudad se llena de parejas llegadas de todo el mundo atraídas por el reclamo romántico de la pasión. Corazones de todos los tamaños, en infinidad de formatos y coloreados en una gama que va del rosa dulzón al rojo intenso, articulan una maquinaria que echa a andar estos días para rendir tributo a sus “habitantes” más ilustres. Porque Romeo y Julieta “nacieron” en Verona y la ciudad no sólo lo recuerda, sino que también le saca partido.
Explosión romántica San Valentín provoca un estallido, una explosión romántica por toda la ciudad, especialmente por sus animadas plazas –Bra, del Erbe, dei Segnori…- y el festival Verona in Love multiplica sus actividades en todos los escenarios donde dejaron su huella los universales amantes. Sin embargo, los veroneses aseguran, “sotto voce”, que Shakespeare plagió su famosa historia de amor a un escritor local, llamado Luigi da Porto, quien firmó en 1530 una “Historia novellamente ritrovata di due nobili amanti”. Según ellos, el texto cayó en manos del escritor inglés y éste, con un toque por aquí y otro toque por allá, concibió el drama amoroso más representado de todos los tiempos desde que fue publicado en 1597.
Hay espectáculos pirotécnicos, un mercado de productos típicos y artesanías con el tema del amor, conciertos, recitales de poesía (amorosa), representaciones teatrales (con Romeo y Julieta como reclamo) y exposiciones que aportan un carácter cultural a una convocatoria que ofrece a los enamorados una experiencia singular pensada exclusivamente para ellos. En la céntrica y bellísima Piazza dei Signori, presidida por la efigie de Dante Alighieri, un inmenso corazón rojo, del color de la sangre, da la bienvenida al visitante, que verá también cómo los mensajes de amor surcan el cielo de la ciudad en cientos de globos de helio.
Por supuesto, la Casa de Julieta Capuleto (Via Cappello, 23), un palacio gótico del siglo XIII con su famosísimo balcón del amor, es inmortalizado por millones de cámaras fotográficas, lo mismo que la figura en bronce de la heroína de Shakespeare, cuyo seno derecho, desteñido y sobado, hay que tocar para tener suerte en el amor. Los románticos no se quieren ir sin hacerse una foto con ella, antes o después de dejar sus mensajes en los muros de acceso a la señorial vivienda, donde apenas hay sitio para un corazón o una flecha más. El Ayuntamiento de Verona permite, desde hace ocho años, que los recién casados inmortalicen la fecha de su matrimonio en este edificio por un precio que oscila entre los 600 y 1.000 euros. Con motivo del festival, los museos, la casa y la tumba de Julieta, la Galería de Arte Moderno y la Torre Lamberti, entre otros espacios, reducen sus tarifas de acceso para que el visitante pueda empaparse de los atractivos, que son muchos, de una urbe que se afana por mostrar, de día y a la luz de las estrellas, las huellas de los amantes universales.
Leyendas, historias, mitos
Verona sorprende al visitante no avisado por su monumentalidad, armonía y clase. La ciudad gozó de los elogios de Goethe en su célebre Viaje a Italia; Dickens la definió, en sus Estampas de Italia, como «un lugar fabuloso, exótico y pintoresco» y Dante introdujo a veroneses ilustres en los laberintos circulares de su Divina Comedia. La Historia con mayúscula sale al paso del viajero cuando camina por las empedradas y recoletas calles de la ciudad y al admirar los fantásticos palacetes que bordean sus plazas señoriales. Y es que cada rincón del casco histórico alberga una leyenda, una historia, un mito.
Verona bien valdría una visita sin ningún propósito, sólo por el placer de disfrutar de su particular fisonomía en un recodo caprichoso del río Adige en su deambular hacia el Adriático, pero es que, además, ofrece muchas tentaciones, especialmente de tipo pasional, aunque las hay gastronómicas, vinculadas a la naturaleza y… a la música. En septiembre abre sus puertas el festival de ópera al aire libre más importante del mundo, que atrae a melómanos de todas las latitudes. Se celebra, desde 1913, en la impresionante y mítica Arena de Verona, un anfiteatro romano levantado por orden del emperador Tiberio y construido en mármol rosa. Además, se halla impecablemente conservado, a pesar de que en el siglo XII un terremoto destruyó buena parte de su anillo exterior. No es un festival elitista el de la Arena. Basta con mirar los precios de las entradas para descubrir que cualquiera puede acceder a este coliseo que tiene una capacidad para más de 25.000 espectadores. Otra cita cultural que goza de la atención de los turistas es el Estate Teatrale Veronese que, en verano, se celebra también en una construcción coetánea de la Arena: el Teatro Romano de la ciudad. No son los únicos vestigios de la época, pues existen otros muchos del tiempo de los romanos. Es el caso del famoso Puente de Piedra, reconstruido tras los destrozos de la Segunda Guerra Mundial con los materiales originales que cayeron al río, o las puertas de acceso a la ciudad, las bellísimas Porta Borsari y Porta dei Leoni.
Patrimonio de la Humanidad
Tópicos literarios aparte, esta villa medieval de singular belleza fue catalogada por la Unesco, en el año 2000, como Patrimonio de la Humanidad. Es imprescindible pasear por sus animadas plazas y contemplar el Castelvecchio, el principal monumento militar de la ciudad.
Además, sería imperdonable, debido a su cercanía y belleza, no acercarse hasta el vecino y majestuoso Lago di Garda, el más grande de Italia con un perímetro de unos 150 kilómetros, en cuyas orillas se asentaron el poeta Gabriele d’Annunzio y Claretta Petacci, la famosa amante de Mussolini. Coronado de villas medievales, castillos y edificios históricos, invita a unas vacaciones presididas por la calma y el silencio. También aquí se festeja el amor. Los días 10 y 11 de febrero han convocado a todas las víctimas de Cupido en el festival “Lake Garda in Love”, en el que están implicados las bellísimas localidades de Lazise, Bardolino, Garda y Torre del Benaco.
GUÍA PRÁCTICA
Información Turismo de Verona Turismo del Lago de Garda
Dónde dormir
Hotel Villa Malaspina. Via Camillo Benso Conte di Cavour, 6. Castel D’Azzano y . 67 habitaciones. Situado al sur de Verona en una villa del siglo XV, es un cuatro estrellas que cuenta con zona de bienestar con piscina cubierta y un restaurante gourmet italiano. Las habitaciones tienen una decoración clásica con vigas de madera. Hay aire acondicionado, TV interactiva con conexión a internet y caja fuerte. Algunas incluyen balcón. Se encuentra a 10 minutos en coche del aeropuerto de Verona Villafranca.
Hotel Caesius Therme. Via Peschiera, 3. Bardolino. 180 habitaciones. A orillas del Lago di Garda, en la vinícola localidad de Bardolino, dispone de cinco piscinas, jardines paisajistas y un spa termal. Las habitaciones son amplias y confortables y cuentan con aire acondicionado, minibar y set de té y café. Alberga tres restaurantes que ofrecen una magnífica cocina italiana. Existe un servicio muy útil de alquiler de bicicletas.
Dónde comer En Verona, uno puede sentarse en cualquiera de sus trattorias y bottegas para disfrutar de la gastronomía local, algo más que pasta y pizza. El referente gastronómico es Borsari 36 (Corso Porta Borsari, 36.). Es el restaurante del hotel Palazzo Victoria, un cinco estrellas levantado sobre un palacete del siglo XIV con muros medievales y restos de una villa romana. El risotto con crema de guisantes y beicon es su plato estrella. Otra buena, y más económica, sugerencia es L’Antica Trattoria Al Bersagliere (Via Dietro Pallone, 12), un restaurante familiar dirigido por Leo Ramponi, quien se enorgullece de los platos que prepara su esposa, Marina Tezza, en la cocina. Más informal, Il Banco Prosciutteria (Via Ponte Nuovo, 7) es ideal para los que tienen poco tiempo para comer.