06
Oct

Dulce y bohemio Oporto, ¿vienes?

Marga Biyang

Situada junto a la desembocadura del río Duero, Oporto se ha convertido en el destino predilecto de muchos viajeros. Un aire melancólico invita a adentrase en un sin fin de callejones llenos de historia, donde coloridas fachadas asoman revestidas de tradicionales azulejos, pintados a mano. Esta ciudad insólita puede visitarse en cualquier época del año, aunque los meses de verano y otoño son los más apropiados para poder disfrutar de agradables temperaturas.

Visitar sus múltiples iglesias, perderse en su tradicional mercado o contemplar los atardeceres desde alguno de sus puentes son algunas de las actividades que nos ofrece la capital norteña. Mención especial a sus famosas bodegas situadas en Villa Nova para poder conocer las particularidades de su vino y su proceso de producción.

Como dato curioso, la Unesco declaró su centro histórico Patrimonio de la Humanidad en 1961. Sea como fuere, la ciudad tiene mucho de lo que presumir. Aquí traemos una selección de los imprescindibles que no pueden faltar en tu viaje.

La Estación de São Bento no es un lugar de paso cualquiera. Situada en la parte alta del casco antiguo, está considerada una de las estaciones más hermosas de Europa. Se inauguró en 1916 y fue construida sobre el antiguo Convento de las monjas benedictinas de São Bento del Ave María. De estilo señorial, alberga en su interior pinturas y mosaicos del siglo XIX que representan escenas cotidianas de diferentes épocas de la historia de Portugal. La edificación del proyecto corrió a cargo José Marques da Silva.

Torre de los Clérigos. De mediados del siglo XVIII, es la torre más alta de Portugal, con una altura de 76 metros. Es el símbolo por excelencia de Oporto. Fue diseñada por el arquitecto italiano Nicolau Nasoni y está realizada en mármol y granito. Sus muros se construyeron con más de dos metros de grosor para poder sustentarla. Merece la pena subir sus 240 escalones que dan acceso al mirador y disfrutar de una impresionante panorámica de toda la ciudad.

La Catedral de Oporto es otra de las visitas obligadas que no deben faltar en tu viaje. El edificio religioso más importante de la ciudad se encuentra ubicado en el barrio de Batalha, la parte más elevada, junto a las murallas que tiempo atrás sirvieron para su protección. Su edificación se remonta al siglo XII y aunque en ella se aprecia una mezcla de diferentes corrientes estéticas­ (ha vivido varias reconstrucciones a lo largo de su historia), su estilo es claramente románico. La fachada, las cúpulas, el altar mayor o el pórtico, decorados con azulejos, son claro ejemplo de ello. Uno de los emblemas de la Catedral es su claustro gótico de finales del siglo XIV.

Además de los espectaculares murales de azulejos blancos y azules que representan escenas de La Metamorfosis de Ovidio ubicados en la planta baja, subiendo por la escalinata que nos lleva a la primera planta, llaman la atención los murales que recrean escenas del Cantar de los Cantares y los Salmos. Por cierto, la columna del centro de la plaza de la Catedral es similar a la que antaño se utilizaba para castigar a los criminales.

El Puente de Don Luis I es uno de los lugares más fotografiados de la ciudad. Aunque su estructura de hierro es una muestra de la influencia ejercida por el arquitecto Gustave Eiffel, finalmente su construcción corrió a cargo del ingeniero Théophile Seyrig. De acceso peatonal, tanto arriba como abajo, se puede llegar andando a la ciudad de Vila Nova de Gaia y visitar alguna de sus típicas bodegas donde conocer con detalle las peculiaridades de sus caldos. Destacan las bodegas de Calém, Sandeman, Taylor’s, Ferreira o Ramos Pinto. Para los que no quieran subir la colina, a ambos lados de la orilla del río hay un funicular que lleva  a la parte alta del puente.

Conocida mundialmente por sus vinos, resulta imposible no enamorarse de la ciudad portuaria del país vecino

Iglesia de San Francisco. Bajando por la Rua Infante Dom Henrique, una escalinata a mano derecha, conduce a la que sin duda es una de las iglesias más representativas de Oporto. Una modesta fachada de estilo barroco con un gran rosetón gótico da paso a la belleza de su interior. Considerada uno de los mejores ejemplos arquitectónicos del estilo Barroco europeo, capillas, naves, principales y columnas fueron decorados con revestimientos dorados y polvo de oro. Sorprende especialmente su altar mayor, cubierto con más de 200 kilos de oro. Por algo se la conoce como La Iglesia de Oro. Destaca también, una estatua de San Francisco, situada a la derecha de la entrada, y un retablo dedicado a El Árbol de Jesé, ubicado en una de las naves laterales.

El Palacio de la Bolsa. En la actualidad es la sede de la Cámara de Comercio e Industria de Oporto. Su construcción se remonta al 1862 y supone un referente del poder de comerciantes y productores de la época. Pese a que se presenta sobre austera fachada de estilo Neoclásico, su delicadeza interior sorprende a propios y extraños. Tras subir la escalinata y cruzar el vestíbulo, una espectacular cúpula de metal y vidrio nos presenta El Patio de las Naciones. En el techo que rodea la cúpula se pueden distinguir los blasones de Portugal y de las 19 naciones que mantenían mejores relaciones con el país. El piso superior alberga diferentes estancias de especial atractivo. Un claro ejemplo de ello es La Sala de los Retratos que sigue el estilo de Luis XVI, o La Sala de las Audiencias, de líneas más neoclásicas. Sin embargo, el espacio que más deslumbra a los visitantes es La Sala Árabe. Inspirada en la Alhambra de Granada, es uno de los ejemplos más logrados del arte neomorisco en Portugal. Se usaron cerca de 18 kilos de oro en los caracteres arábicos que recubren techos y paredes.

Mercado Bolhão. Si queremos apreciar la auténtica esencia de Oporto, nada mejor que visitar el Mercado de Bolhão, a pocos metros  de la Avenida dos Aliados. Manteniéndose en funcionamiento desde 1914, son pocos los puestos que se han conservado tras su reciente reforma. Pese a ello sigue teniendo el esplendor de su pasado. Pasear por sus pasillos, sentir los aromas y sabores, charlas con sus vendedores, tomarse el aperitivo en alguno de sus bares o comprar alguno de sus productos frescos, e incluso comer en el restaurante de cocina pueden resultar una experiencia gratificante, y la mejor manera para que el famoso mercado recupere el auge de su pasado.

Librería Lello. Muy cerca de la Torre de los Clérigos, se encuentra la que muchos consideran la librería más bella de Europa. Inaugurada en 1906 bajo el nombre de Librería Chardon, causó un gran impacto entre los ambientes culturales de la época. Andar por sus pasillos y curiosear las estanterías repletas de libros te hará sentir como en una película de época. Nada más entrar, en las paredes laterales de la planta baja, se aprecian los bustos de afamados escritores portugueses como Eça de Queirós, Antero de Quental o Camilo Castelo, entre otros. Una bella escalinata de madera que conduce a la segunda planta se convierte en el eje central del edificio. Y aunque se dice que la decoración de su interior sirvió de inspiración a J.K. Rowling, la autora de la saga Harry Potter para recrear algunas escenas, ella misma lo desmintió recientemente en su propia cuenta de Twitter. Por otro lado, una gran vidriera cubre el techo cuidadosamente tallado con la frase escrita en latín: Decus in labore (decoro en el trabajo).

Lo preguntábamos en el título: ¿vienes?