El Gran Chaco, el segundo bosque más grande de América del Sur, con más de un millón de kilómetros cuadrados en territorio de Bolivia, Argentina, Brasil y Paraguay, es el «laboratorio natural» donde trabaja la bióloga boliviana Érika Cuéllar. Allí, con la colaboración de las comunidades indígenas, protege la escasa población de guanaco, uno de los mamíferos más amenazados del continente.
Érika Cuéllar llegó al Gran Chaco boliviano hace ya más de dos décadas, poco después de que su país protegiese este bosque seco, y la biodiversidad que alberga, con la declaración del parque nacional con mayor superficie del país. El objetivo de Cuéllar era formar un grupo de “parabiólogos” (investigadores sin título universitario, pero que desarrollan la misma labor de un biólogo de campo) entre la población indígena de la zona, para implicarlos en la conservación de los recursos naturales, que son su principal fuente de recursos.
“Es fundamental hacer participar a las personas que tienen que estar integradas en los procesos de toma decisiones”, aseguró la bióloga recientemente en Madrid al diario El Mundo. Cuéllar estuvo presente en la inauguración de la exposición que conmemora el 40 aniversario de los premios Rolex a la iniciativa, que ella misma recibió hace cinco años. Estos galardones reconocen cada año la labor de proyectos de todo el mundo destinados a poner en valor la herencia cultural, conservar el medio ambiente, fomentar la exploración y descubrimiento, avanzar en la ciencia y la medicina, e investigar en el campo de la tecnología y la innovación.
Los fondos asociados al galardón han servido para que más de una treintena representantes de las comunidades indígenas de la zona –donde viven chiquitanos, ayoreos y sobre todo guaraníes, la mayoría ganaderos o pequeños agricultores–, se hayan formado durante 10 meses para gestionar posteriormente los proyectos de conservación. “El éxito del proyecto fue involucrarlos de manera que ellos pudieran tomar decisiones de forma independiente”, reconoció Érika Cuéllar.
El Chaco es una de las zonas más ricas en materias primas (minerales, gas, madera) y biodiversidad del continente. Allí viven desde felinos como el jaguar o el puma a cinco especies de armadillos y más de 300 especies de aves. Pero una de las grandes batallas de Cuéllar ha sido conseguir la protección del guanaco, una de las dos especies de camélidos de América del Sur, del que quedan menos de un millón de ejemplares en todo el continente, debido a la desaparición de sus hábitats y a la caza indiscriminada, y que se encuentra en peligro de extinción en esta zona.
En el Chaco boliviano la población de guanacos apenas llegaba hasta los 200 ejemplares y se encontraba además fuera de la zona protegida por el parque nacional. Pero gracias al proyecto puesto en marcha por la bióloga, han aumentado las poblaciones y las zonas de cría. “Me interesa expandir esta idea, conocer nueva gente y zonas biodiversas donde podamos aplicar esta metodología, porque creo que ayuda a la conservación a largo plazo”, dijo Érika Cuéllar. La Patagonia argentina y Ecuador pueden ser algunos de los próximos destinos naturales donde la investigadora aplicará sus conocimientos.
+ INFO.
Premios Rolex: http://www.rolexawards.com/40/es/apply
Parque Nacional Kaa Iya del Gran Chaco: http://www.bolivia-online.net/es/santa-cruz/134/parque-nacional-kaa-iya-del-gran-chaco