Han tenido que ser las instituciones portuguesas las que han dado un paso al frente para que en España se conozcan sus vanguardias artísticas, tan injustamente relegadas. Y lo han hecho de la mano de Fernando Pessoa (1888-1935), uno de los escasos nombres que en nuestro país nos atrevemos a nombrar cuando se trata de poner en valor la cultura lusa. Este descubrimiento de Portugal se merece una gran bienvenida y un sobresaliente espacio, como el del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, donde, hasta el 7 de mayo, se podrá ver la magnífica exposición “Pessoa. Todo arte es una forma de literatura”.
Es todo un gran universo el que nos brinda esta muestra, que ha reunido más de 160 obras, entre pinturas, dibujos y fotografías, de unos 20 artistas tan esenciales como José de Almada Negreiros, Amadeo de Souza-Cardoso, Eduardo Viana o Sarah Affonso, además de manifiestos, libros, cartas y revistas procedentes de colecciones tan prestigiosas como la Fundación Calouste Gulbenkian, la Biblioteca Nacional de Portugal o el Centre Georges Pompidou.
No se limitaron a copiar
Fernando Pessoa es un nombre esencial, no hay ninguna duda, en la historia de la literatura universal y en la creación de las vanguardias artísticas portuguesas, las que se desarrollaron entre 1914 y 1936. Hay que decir que los portugueses no se limitaron a copiar las innovaciones estilísticas que, en el campo del arte, brotaron y se extendieron fundamentalmente desde París, sino que dieron una vuelta de tuerca, con elementos de su propia identidad, a movimientos como el futurismo, el orfismo o el cubismo, buscando un camino propio y sin adherirse sin más a las modas imperantes. En este sentido, la muestra presta especial atención a las revistas para las que escribió Pessoa, como “A Águia”, “Orpheu”, “K4 o quadrado azul”, “Portugal Futurista” o “presença”, que actuaron como altavoces de estas ideas de vanguardia.
La muestra arranca con un gran retrato de Pessoa pintado por José de Almada Negreiros en 1964 que engloba una primera sección dedicada a Pessoa y sus heterónimos. Se cree que fueron más de 100 sus autores ficticios, entre los que cabe recordar a Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos o Bernardo Soares… Eran tan reales para él que les hizo incluso cartas astrológicas. Precisamente, la exposición toma su título de una cita de Álvaro de Campos en la que se dice que “todo arte es una forma de literatura porque todo arte consiste en decir algo (…). En todas las artes que no sean la literatura hay que buscar la frase silenciosa que contienen (…) Línea, planos, volúmenes, colores, yuxtaposiciones y contraposiciones son fenómenos verbales dados sin palabras, o si no a través de jeroglíficos espirituales”.
Inventor de corrientes
Las siguientes salas de la exposición aluden a la participación de Portugal en la I Guerra Mundial, con obras sobre el conflicto bélico de Cristiano Cruz, Américo Amarelhe, Amadeo de Souza-Cardoso, Manuel Laranjeira o Almada Negreiros, para pasar más adelante a las corrientes artísticas que nacieron de la mano de Pessoa, para las que inventó también sus protagonistas en forma de heterónimos: el paulismo, difundido en la revista “Orpheu”, el interseccionismo y el sensacionismo.
Hay que resaltar la importancia que tuvo la intensa relación artística y personal que establecieron los portugueses Almada Negreiros, Eduardo Viana y Amadeo de Souza-Cardoso con los pintores Sonia y Robert Delaunay, quienes se habían establecido en el norte de Portugal, entre 1915 y 1916, huyendo del clima bélico centroeuropeo.
Segunda modernidad
La última parte de la exposición está dedicada a la segunda modernidad portuguesa, cuyo ideario fue difundido por la “Revista Portuguesa” y otras publicaciones como “Athena” (1924-1925) y “presença” (1927-1940).
La prematura desaparición de tres pilares de la vanguardia portuguesa como Mário de Sá-Carneiro, Amadeo de Souza-Cardoso y Santa Rita propició que la escena artística del país quedara diluida. A ello se sumó después la llegada al poder de António de Oliveira Salazar y la consolidación de su régimen dictatorial.
“Los artistas visuales portugueses deben ser más divulgados en España”, clamaba el subdirector del Museo Reina Sofía y co-comisario Joao Fernandes en la presentación de la exposición. Era una asignatura pendiente la de difundir su legado en España. Pessoa y sus amigos de las vanguardias artísticas se lo merecen. Sin duda.
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