El Gran Chaco, el segundo bosque más grande de América del Sur, con más de un millón de kilómetros cuadrados en territorio de Bolivia, Argentina, Brasil y Paraguay, es el «laboratorio natural» donde trabaja la bióloga boliviana Érika Cuéllar. Allí, con la colaboración de las comunidades indígenas, protege la escasa población de guanaco, uno de los mamíferos más amenazados del continente.