Se escribe “hygge”, pero se pronuncia “huu-ga” o “juga”. Dicen que esta palabra define algo tan sencillo como “comer galletas de canela que tú mismo has hecho”. O “disfrutar de una copa de vino y un buen libro frente a la chimenea”. O “charlar tranquilamente con un amigo frente a una taza de chocolate caliente a la luz de las velas”. Porque el “hygge” es el concepto que los daneses utilizan cuando se encuentran bien, cuando disfrutan de los buenos momentos sin prisas, cuando encuentran la felicidad de las pequeñas cosas. Algo tan sencillo, tan barato… y tan difícil de conseguir.
Pero si hay una ciudad donde es posible perseguir ese sueño es la capital danesa. Porque Copenhague es, según los ranking internacionales, una de las ciudades con mayor calidad de vida y también con un nivel económico más alto del mundo. Pero su riqueza no se refleja en grandes rascacielos, enormes autopistas o apabullantes proyectos urbanísticos. Al contrario: es una ciudad sencilla, agradable, donde se puede pasear, montar en bicicleta o recorrer los canales en un barco, sin tener que seguir el ritmo trepidante de cualquiera de las grandes capitales europeas. En Copenhague, el “hygge”, ese afán por disfrutar de las pequeñas cosas, se percibe en cada café, en cada terraza que se coloca en cuanto sale el primer rayo de sol, en los parques y los barrios populares, en las tiendas de diseño y en las de productos ecológicos.
Así que nos hemos propuesto desentrañar dónde se esconde el “hygge” en la capital danesa, y lo hemos encontrado en estos sencillos planes. ¿Dispuestos a realizar esta ruta para principiantes?
1. Pasear en bicicleta recorriendo los parques de la ciudad
Dicen que en Copenhague hay menos coches que bicicletas (sencillas, tándems, con sidecar, con carrito para llevar a los niños o a las mascotas…). Y que la ciudad diseñada para que ninguno de sus habitantes tarde más de 15 minutos en llegar a una de sus zonas verdes. Así que es la urbe perfecta para alquilar una bici y disfrutar dando pedales. Por las calles, pero también por sus numerosos y cuidados parques, o viendo sus estanques y canales. Desde Vesterbro, a Nørrebro; o, cruzando todo el centro, hasta llegar hasta el norte de la ciudad, el barrio de Frederiksstaden, donde se encuentran el palacio de Amalienborg, la Marmorkirken (la imponente catedral de mármol, con su gigantes cúpula) y, más allá, el Kastellet y la famosa imagen de La Sirenita, siempre está rodeada de turistas.
2. Sentarse y ver pasar la vida en Nyhavn (Puerto Nuevo)
Con sus inconfundibles casas de colores, el canal del Nyhavn se construyó en el siglo XVII para unir el puerto con la ciudad. Hoy la mayoría de esas casas son restaurantes y sus terrazas se llenan de turistas en cuanto las temperaturas lo permiten. Pero antes fueron tabernas y burdeles, una zona deteriorada y poco recomendable que se recuperó para la ciudad en la década de los 70. En el canal aún quedan viejos veleros y antiguos barcos de época en exposición (propiedad del Museo Nacional de Dinamarca), y de allí salen las barcazas desde las que se puede ver la ciudad desde el agua. Pero como para alcanzar el “hygge” no hace falta casi nada, siempre podemos sentarnos en el baluarte del canal o asomarnos a algunos de sus puentes… y ver la vida pasar. ¡Todo un espectáculo!
3. Disfrutar como un niño en el Tivoli
Dicen que es el segundo parque de atracciones más antiguo del mundo (se abrió en1843 y ahora celebra, precisamente, su 175 aniversario), y uno de los principales atractivos turísticos del país. Y lo mejor es que no hace falta ser un niño para disfrutarlo. Tiene atracciones, sí, pero no son de esas que quitan la respiración y agitan todo el cuerpo. Lo que cautiva del Tivoli son sus preciosos jardines, las miles de luces colgadas de sus árboles que lo convierten en un lugar mágico cuando cae la noche, sus farolillos y su pagoda china, sus preciosos restaurantes, las representaciones de mimo y teatro que puedes ver en sus templetes, y los conciertos que lo animan en las noches de verano. Un plan imprescindible… incluso aunque tengas vértigo en la montaña rusa.
4. Pasear en barco por Christianshavn
El puerto interior separa la isla de Christianshavn del resto de la ciudad. Lo ideal es alquilar una barca y remar pos sus canales, o subirse en una de las barcazas que realizan los tours turísticos y dejarse llevar tranquilamente durante una hora. Desde el agua veremos sus tranquilas calles, los vecinos que hacen una pausa y se toman un café sentados junto al canal, su curiosa iglesia con una torre redonda… y un buen número de edificios de moderno diseño nórdico. Porque esta es una de las zonas más modernas de la ciudad, donde conviven artistas y ejecutivos, y donde se encuentran algunos de los restaurantes más prestigiosos de la capital danesa (incluido Noma, considerado el mejor del mundo en cuatro ocasiones y que acaba de reabrir sus puertas).
5. Y volver a los años 70 en Christiania
En medio de la isla de Christianshavn, el tiempo da marcha atrás y nos lleva a los años 70, a la época de los hippies, el amor libre y la libertad. La comuna de Christiania, separada del resto de la ciudad por un muro que se puede atravesar por una discreta puerta, ocupa 34 hectáreas de antiguos barracones militares que fueron ocupadas hace casi medio siglo por varias familias hippies, que se anexionaron luego al movimiento social Provo, de influencia anarquista. Los turistas suelen quedarse en la Pusher Street (la “calle de los camellos”), donde se venden drogas blandas como si fueran “souvenirs”, pero merece la pena darse un paseo por sus calles sin asfaltar y descubrir sus casas hechas a mano entre los árboles. O ver cómo algunos de sus habitantes trabajan fuera de ellas y charlan tranquilamente. Toda una experiencia que nos lleva a una época que pudo ser y ya no es.
6. Saborear un smørrebrød
Es el plato emblemático danés. Más sencillo, imposible. Pero mucho más sabroso de lo que podrías imaginar. Smørrebrød significa, literalmente, pan con mantequilla y es un bocadillo abierto de pan de centeno. El pan se cubre de ingredientes sencillos y sabrosos, formando una montaña algo inestable pero irresisitble: arenques, buey crudo, gambas, pescado frito, huevos… En el mercado gastronómico de Torvehallerne los tienen muy ricos y a buen precio. Para acompañar, una buena cerveza artesana o un aguardiente. Y de postre, un aromático rollito de canela. ¿Alguien podría negar la capacidad de “hygge” de este menú?
7. Descubrir el mejor diseño nórdico
Casi todo en Copenhague es bonito: los bares, las terrazas, los escaparates… incluso las casas que se adivinan a través de esas ventanas sin visillos. Conocemos el diseño sueco, pero está claro que los daneses también saben mucho de eso. Y tienen varias marcas emblemáticas, cuyos productos podemos ver en tiendas y museos. ¿Imprescindible? Illum Bolighus, no tiene el precio del sueco Ikea, pero no podrás resistirte a sus piezas.
8. Mezclarse en el multicultural Nørrebro
Es el barrio de moda en Copenhague. Galerías alternativas, tiendas de objetos de diseño para la casa, “show rooms” de diseñadores de moda, tiendas de discos, supermercados ecológicos… y un buen número de cafés y locales para hacer una pausa después de visitar el cementerio de Assistens, que los vecinos utilizan como jardín, y donde están enterrados el escritor Hans Christian Andersen o el filósofo Søren Kierkegaard, por ejemplo. ¿La calle más animada de Nørrebro? Jægersborggade. El nombre es difícil de recordar, pero merece la pena pasearse por ella y curiosear en sus locales. Puro “hygge”.
9. Pasear por los escenarios de Borgen… y acabar haciendo shopping
Los serieadictos conocerán las peripecias de Birgitte Nyborg, la primera mujer en alcanzar (en la ficción) el cargo de primera ministra danesa en la serie Borgen. La ficción televisiva desentraña el ascenso al poder, la relación de los medios de comunicación y los partidos políticosm y el paso a la opoisición de la primera ministra; y toma su título del nombre coloquial con el que los daneses conocen el Palacio de Christiansborg, sede de los tres poderes del Estado y oficina del Primer Ministro. El palacio se puede visitar, incluso hay una ruta basada en la popular serie. Y las vistas desde su torre son espectaculares. Muy cerca, está Strøget, la calle más importante de la capital, y el área peatonal de tiendas más grande de Europa.
10. Elegir mucho arte… y mucha marcha
En la desembocadura del Nyhavn hacia el canal más grande, está el Teatro Real Danés (Skuespilhuset), un edificio moderno e imponente, que no solo se disfruta cuando hay representación. Su magnífica terraza sobre el gran canal permite disfrutar de una copa en el momento en que sale el sol. Y también contemplar, desde una perspectiva inmejorable, del futurista edificio de la Ópera, del arquitecto Henning Larsen, y del increíble ambiente de Papieren. La “isla de papel”, que eso signfica, era un enorme almacén de papel prensa, que ahora se ha transformado en salas de arte contemporáneo y en el lugar perfecto para disfrutar de una copa, una comida informal y un ambiente animadísimo.