17
Ene

Wagner, un visionario ecologista en el Teatro Real

Las hijas del Rin viven entre neumáticos, desechos industriales y otras inmundicias.

Llega al Teatro Real “El oro del Rin”, la ópera preámbulo de esa gran tetralogía que es “El anillo del Nibelungo” y que dio a luz nada menos que Richard Wagner  (1813-1883). Y llega de la mano de Pablo Heras-Casado, como director musical, y Robert Carsen, como director de escena, con un montaje que se podrá ver en Madrid hasta el próximo 1 de febrero.

Estamos ante el Wagner más ecologista con este “El oro del Rin”. La escenografía de Patrick Kinmonth coloca al espectador ante un escenario irreversiblemente contaminado a causa de la codicia humana, un universo que camina hacia la destrucción, un mundo habitado por personajes cegados y grises. Todo comienza en el Rin, cuyas aguas han sido invadidas por viejos aparatos tecnológicos, plásticos, papeles, inmundicias… y se ha convertido en una cloaca en la que se bañan tres ondinas que, en teoría, tendrían que cuidar el oro que custodia el río. Pero el oro con el que se fabricará el anillo mágico (y maldito) acabará sucesivamente en manos de Alberich, de Wotan o de los gigantes y se convierte en instrumento de poder y de explotación. Es este anillo el eje sobre el que gira el conflicto de los personajes de esta tetralogía wagneriana, que se irá representando en el Teatro Real, en su totalidad, durante las próximas temporadas.

«Música revolucionaria»

La ópera aborda temas como el abuso de poder y la codicia del ser humano.

“Es un orgullo y un privilegio desarrollar este Anillo del Nibelungo, una de las más grandes obras desarrolladas por el ser humano”, dice Pablo Heras-Casado, quien se pone al frente de una orquesta de más de 110 personas para interpretar lo que él llama la música “revolucionaria y modernísima” de Wagner. “Estamos arropados por una producción maravillosa, probablemente la mejor que se ha hecho hasta ahora de este título”.

Para Robert Carsen, el director de escena de “El oro del Rin”, la ópera plantea los temas esenciales de todo el ciclo de “El anillo del Nibelungo”, fundamentalmente el abuso de poder y la codicia del ser humano: “Es una catástrofe desde el principio y plantea un tema de gran actualidad. Existe un pesimismo absoluto ante la destrucción de la naturaleza. El Rin aparece contaminado y destruido en medio de un entorno natural devastado, con  los recursos agotados. El abuso de poder ha destruido el amor, el Rin y el planeta. Es una obra muy premonitoria. El mensaje ecológico está muy claro. Y es que Wagner fue un visionario y ya advirtió de este peligro”.

Profanación de la naturaleza

El montaje es una gran metáfora de la sociedad actual.

Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, puntualiza que, en las profundidades del Rin, el oro es inofensivo y que su energía positiva se activa cuando lo ilumina el sol, pero que, al ser extraído del agua, se convierte en un instrumento de poder y de explotación. “La profanación del estado originariamente idílico de la naturaleza, tras la violación de las hijas del Rin y el robo del oro que custodian, inicia el camino hacia el desastre”, señala, para añadir que en la obra “el Rin se ha convertido en un vertedero, una corriente casi seca con el cauce cubierto de herrumbre y basura acumulada. La imagen del preludio ya es una advertencia del apocalipsis”.

En “El oro del Rin”, una producción que se estrenó en el año 2000 en la Ópera de Colonia, los dioses aparecen como burgueses de clase alta que viven de espaldas a las necesidades del mundo, protegidos por sirvientes y soldados, y que viven en una fortaleza dorada desde donde ejercen su poder. Los gigantes, que aparecen en la obra en medio de grandes bloques de piedra sostenidos por grúas, son los constructores de los delirios inmobiliarios de los dioses. Los nibelungos son esclavos de una empresa metalúrgica, los parias de la tierra. Y las hijas sdel Rin son unas pordioseras andrajosas cubiertas de mugre que hurgan entre la basura para buscar su alimento.

Un alegato ecologista

Greer Grimsley (Wotan) y Sophie Bevan (Freia).

Por eso, concluye Joan Matabosch, el montaje de Robert Carsen es una gran metáfora de la sociedad actual y de la crisis por la que atraviesa. “Es el alegato ecologista que concibió Wagner, desesperanzado ya en su época por el gobierno de una raza de políticos sin escrúpulos. A medida que avance la tetralogía, a lo largo de cuatro temporadas del Teatro Real, vamos a ir viendo cómo una catástrofe ecológica va a transformarse, progresivamente, en una crisis moral irreversible que acabará con la humanidad”.

Hay que recordar que Wagner trabajó 25 años para hacer “El anillo del Nibelungo”, donde quiso expresar los sentimientos, pasiones e instintos del ser humano a través de un enredo alegórico inspirado en la mitología nórdica, germánica y en relatos medievales. Para culminar este gran proyecto –cuatro óperas y casi 167 horas de música-, hizo erigir un teatro en Bayreuth para que su “obra de arte total” –“El oro del Rin”, “La Valquiria”, “Siegfried y “El ocaso de los dioses”- llegara en condiciones óptimas al espectador.

Un gran reparto

Greer Grimsley (Wotan) y Sarah Connolly (Fricka).

Las siete funciones que de “El oro del Rin” se ofrecerán en el Teatro Real cuentan con un reparto coral encabezado por Greer Grimsley (Wotan) y Samuel Youn (Alberich), secundados por Ain Anger (Fasolt), Alexander Tsymalyuk (Fafner), Raimund Nolte (Donner), David Butt Philip (Froh), Joseph Kaiser (Loge), Mikeldi Atxalandabaso (Mime), Sarah Connolly (Fricka), Sophie Bevan (Freia), Ronnita Miller (Erda), Isabella Gaudí (Woglinde), Maria Miró (Wellgunde) y Claudia Huckle (Flosshilde).

Más información: www.teatro-real.com

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